Las
palabras, aunque no nos demos cuenta, pero así lo demuestran estudios de
neurociencia, influyen de forma notable en nosotros mismos y en los que nos
escuchan. Como ejemplo de lo que decimos, y antes de daros unos consejos que os
ayudarán en vuestra propia motivación, os contaremos una historia:
"Había
una vez un Rey que soñó que se le caían todos los dientes. Preocupado por tan
horrible sueño mandó llamar a un sabio para que lo interpretase. Éste le dijo
que era una desgracia y que por cada diente que había perdido moriría un
pariente suyo. El Rey, indignado por las palabras, mandó que le dieran cien
latigazos al sabio y pidió una segunda opinión a otro. Éste, una vez oyó el
relato del sueño que le hizo el Rey, le dijo que era una gran noticia y que iba
a sobrevivir a todos sus parientes. El Rey, encantado por la noticia, mandó que
le dieran cien monedas de oro al sabio..."
Si
os fijáis, la interpretación del sueño es la misma, pero puede influir
enormemente en el receptar de la noticia la forma en que se le transmite. El
relato es un caso extremo, pero podemos aplicar lo que nos eneseña al día a
día... ¿Cómo podemos hacer eso? Pues podemos empezar por estas sencillas
pautas:
1)
Olvidaros del "Tengo que...". Cuantas veces os habéis dicho
"Mañana tengo que estudiar...", "Mañana tengo que hacer un
test...", "Mañana tengo que hacer un esquema...". En su lugar,
vamos a sustituirlo por un "Voy a, Quiero...".
Si cambiamos la palabra, nuestro cerebro percibirá algo que no nos apetece o
que es una obligación como algo estimulante. Nadie dice (salvo quizá algún
bicho raro) "Mañana me tengo que ir de copas con los amigos". En su
lugar solemos decir "Mañana voy de copas con los amigos" o
"Mañana quiero ir de copas con los amigos".
2)
Olvidaros del "Me gustaría, querría, podría..." Ese tipo de
condicionales nos aleja, sin darnos cuenta, del objetivo ya que, bajo ese tipo
de expresiones se esconde una falta de compromiso. En su lugar, lo vamos a
sustituir por la voz activa: "Quiero, puedo, voy a..."
3)
Olvidaros del "No puedo..." El cerebro reacciona de forma
negativa a expresiones como esa, que lo que hacen es ponernos un límite desde
el inicio... El neurólogo John Barg
defiende las importancia de las palabras que manejamos para condicionar nuestro
inconsciente hacia la acción o hacia la apatía. Así que hablaros siempre con
palabras de ánimo, de avance, de consecución, de logro... en definitiva,
pensando en positivo y veréis cómo os cambia el ánimo, lo que se traducirá en
una mejor disposición para el estudio. "Sí puedo y lo voy a conseguir..."
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