lunes, 5 de enero de 2015

EMPEZAR EL AÑO EN POSITIVO




Las palabras, aunque no nos demos cuenta, pero así lo demuestran estudios de neurociencia, influyen de forma notable en nosotros mismos y en los que nos escuchan. Como ejemplo de lo que decimos, y antes de daros unos consejos que os ayudarán en vuestra propia motivación, os contaremos una historia:

"Había una vez un Rey que soñó que se le caían todos los dientes. Preocupado por tan horrible sueño mandó llamar a un sabio para que lo interpretase. Éste le dijo que era una desgracia y que por cada diente que había perdido moriría un pariente suyo. El Rey, indignado por las palabras, mandó que le dieran cien latigazos al sabio y pidió una segunda opinión a otro. Éste, una vez oyó el relato del sueño que le hizo el Rey, le dijo que era una gran noticia y que iba a sobrevivir a todos sus parientes. El Rey, encantado por la noticia, mandó que le dieran cien monedas de oro al sabio..."

Si os fijáis, la interpretación del sueño es la misma, pero puede influir enormemente en el receptar de la noticia la forma en que se le transmite. El relato es un caso extremo, pero podemos aplicar lo que nos eneseña al día a día... ¿Cómo podemos hacer eso? Pues podemos empezar por estas sencillas pautas:


1) Olvidaros del "Tengo que...". Cuantas veces os habéis dicho "Mañana tengo que estudiar...", "Mañana tengo que hacer un test...", "Mañana tengo que hacer un esquema...". En su lugar, vamos a sustituirlo por un "Voy a, Quiero...". Si cambiamos la palabra, nuestro cerebro percibirá algo que no nos apetece o que es una obligación como algo estimulante. Nadie dice (salvo quizá algún bicho raro) "Mañana me tengo que ir de copas con los amigos". En su lugar solemos decir "Mañana voy de copas con los amigos" o "Mañana quiero ir de copas con los amigos".

2) Olvidaros del "Me gustaría, querría, podría..." Ese tipo de condicionales nos aleja, sin darnos cuenta, del objetivo ya que, bajo ese tipo de expresiones se esconde una falta de compromiso. En su lugar, lo vamos a sustituir por la voz activa: "Quiero, puedo, voy a..."

3) Olvidaros del "No puedo..." El cerebro reacciona de forma negativa a expresiones como esa, que lo que hacen es ponernos un límite desde el inicio...  El neurólogo John Barg defiende las importancia de las palabras que manejamos para condicionar nuestro inconsciente hacia la acción o hacia la apatía. Así que hablaros siempre con palabras de ánimo, de avance, de consecución, de logro... en definitiva, pensando en positivo y veréis cómo os cambia el ánimo, lo que se traducirá en una mejor disposición para el estudio. "Sí puedo y lo voy a conseguir..."

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